“Su amor no daña, tu odio sí!” dicen las pancartas en las calles cada vez que el colectivo LGBTTIQNB+ nos interpela socialmente.
Hace días atrás, uno de los lesbicidios más cruentos nos sacude, una vez más quedan en evidencia las desigualdades de géneros, la ferocidad de las violencias sexistas, el alcance de los discursos odiantes que caracterizan a este tiempo.
Hace ya más de 30 años que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró que “la orientación sexual por sí misma no puede verse como un problema”, eliminándola de los manuales de clasificación de enfermedades mentales.
Luego a partir del 17 de mayo de 2005, conmemoramos el Día Internacional contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género.
Esto habilitó un cambio importante en el Paradigma de Salud Mental, un corrimiento de los discursos normalizadores y heterocisnormados como lo han sido la psicopatologización de las sexualidades no binarias.
Sin embargo, vemos con preocupación el cierre del Ministerio de la Mujer, los Géneros y la Diversidad, el vaciamiento del INADI, la prohibición del lenguaje inclusivo, los cuestionamientos a la Educación Sexual Integral, la eliminación del cupo trans, el cuestionamiento de la ley de Identidad de género, así como la invalidación de la “perspectiva de géneros”, la demonización de los feminismos y las disidencias, todo ello funciona como caldo de cultivo para la habilitación de las violencias.
La vulneración de derechos y la eliminación de les otres en su diferencia se constituyen en las expresiones más extremas de las violencias.
Los discursos de odio producen y reproducen relaciones de opresión, apropiación, explotación y violencias, que dan origen a los crímenes de odio. Necesitamos un Estado que no convalide ni aliente las violencias, sino que promueva derechos.
Desde la Comisión Nacional de Géneros, Diversidades y Disidencias de FePRA reafirmamos nuestro compromiso con los derechos de las mujeres, diversidades y disidencias.