Desde 1995 la Federación Mundial para la Salud Mental y la Organización Mundial de la Salud instituyeron este día con el propósito de contribuir a la toma de conciencia acerca de los padecimientos de salud mental y a erradicar los mitos y estigmas en torno a este tema. El lema de este año es “Atención de salud mental para toda/os: hagámosla realidad”.
A pesar de que esta conmemoración lleva varios años, la salud mental es una de las áreas más desatendidas de la salud pública a lo largo y ancho del mundo.
Algunos datos de la OMS (2020) lo confirman:
- Cerca de 1000 millones de personas viven con un padecimiento mental.
- 3 millones de personas mueren cada año por el consumo nocivo de alcohol.
- Una persona se suicida cada 40 segundos.
- Más del 75% de las personas con padecimientos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias no reciben ningún tratamiento para su afección en países de ingresos bajos y medios.
- Los países gastan en promedio solo el 2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental.
- El gasto medio mundial en salud mental per cápita es de 2,5 dólares.
La pandemia generó dificultades en los servicios de salud mental, que en un 93% se vieron afectados (OMS, 2021) lo cual no hizo más que empeorar la situación.
Es evidente que para que el lema propuesto sea posible es urgente la ampliación del acceso a los servicios de salud mental para todas las personas, situación que está relacionada directamente con la necesidad de una justa distribución de la riqueza.
Vivimos en un mundo profundamente desigual, donde 2153 personas poseen más riqueza que 4600 millones de personas, es decir, que un 60% de la población mundial (OXFAM, 2020) y donde muchas de las principales empresas del mundo ganan en un trimestre la misma cantidad de dinero que se invierte en salud mental en un año.
En esta situación de inequidad y desigualdad, los Estados de países de ingresos bajos y medios como el nuestro, no disponen de presupuesto necesario para poder hacer frente a la situación pandémica que implica el incremento de padecimientos mentales y por consumo de sustancias, ya que se encuentran condicionados por procesos de endeudamiento y por las políticas que intentan imponer los organismos internacionales de crédito que poco se interesan por la salud de nuestros pueblos.
Frente a esta situación de profunda crisis que nos encontramos atravesando, tenemos el desafío como profesionales de la salud mental de redoblar nuestros esfuerzos para fortalecer los lazos sociales y comunitarios, generando dispositivos y acciones colectivas para la promoción de la salud mental y la prevención del padecimiento mental desde un enfoque de promoción de derechos.
Frente a un sistema que promueve valores individualistas y mercantiles debemos contraponer la acción colectiva y solidaria para hacer realidad una salud mental para todas/os.
Comisión Nacional de Salud Mental