Las/os psicólogas/os integrantes de la Comisión Nacional de DDHH de la FePRA, reflexionamos sobre los derechos de las Niñeces y Adolescencias en el marco de un nuevo Día de las Infancias, celebrado el pasado 21 de agosto.
La concepción de niñez y adolescencia fue cambiando a lo largo de la historia. Fue recién a partir del año 1959, luego de la creación de UNICEF en 1947, que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración de los Derechos del Niño, inaugurando a partir de ahí un nuevo paradigma determinante en cuanto a la mirada sobre las infancias.
En nuestro país, el art. 75 inciso 22 de la Constitución Nacional, incorpora el Sistema de Derechos Humanos con jerarquía constitucional (incluyendo la Convención de los Derechos del Niño/a) y en el mismo sentido, la Ley 26.061 de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes sancionada en 2015, reafirma su reconocimiento como sujetos de derechos, ratificando la plena vigencia de la Convención.
En este contexto de conquistas de derechos y cambios de paradigma que reconoce a las niñeces y adolescencias como sujetos de derechos, se reconoce también al Estado, a sus instituciones y a la sociedad toda, como responsables del acceso al ejercicio de los mismos. Nuestro Rol como trabajadores de la salud mental no está al margen de esto, es por eso que debemos sostener el compromiso para con los derechos de las infancias y adolescencias, garantizar su cumplimiento, promoverlos y visibilizarlos.
Adherimos a la denominación de Día de las Infancias, como forma de nombrar de manera inclusiva y con perspectiva de derechos y de género, a las diversas vivencias de infancias y adolescencias que habitan en nuestro territorio. Representando de esta manera a todos, todas y todes, entendiendo que la infancia no se vive de una única manera y que esta incluye las diversidades culturales, sociales históricas de cada niña/o/e.
La posibilidad de accesibilidad a derechos sólo es posible mediante un Estado que ponga el foco en las infancias y adolescencias y se ocupe, a través de sus instituciones y sus trabajadores de acortar las desigualdades y garantizar el pleno goce de los mismos.
Es por eso que expresamos nuestra preocupación por el diseño e implementación efectiva de las políticas públicas de las infancias y adolescencias. Los Organismos de Protección deben contar con garantías para asegurar las condiciones laborales de sus trabajadoras/es, en miras de poder conformar equipos alojadores con formación específica. La precarización laboral de las/os trabajadoras/es impacta negativamente en su labor y por tanto en el objetivo que ella persigue, la restitución de derechos. Por ello creemos que resulta fundamental cuidar a quienes cuidan.
Rechazamos enérgicamente todo tipo de criminalización de las infancias y adolescencias en contextos vulnerables, a la patologización de las infancias trans, a las maternidades forzadas en la niñez, y a todo tipo de explotación o trabajo infantil. El aumento de la pobreza, que crea situaciones de vulnerabilidad, limita y excluye a las infancias de la posibilidad de acceso a sus derechos.
Celebramos la implementación de políticas inclusivas que garanticen la educación, la conectividad, la alimentación, la participación y la salud integral de todas/os/es las/os/es niñas/os/es.
Pensar en una niña, niño, niñe respetado en sus derechos, su diversidad y sus libertades, es pensar en un futuro adulto capaz de establecer lazos amorosos con las/os otras/os, capaces de configurar una sociedad más justa e igualitaria.
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